Secuelas físicas del coronavirus que afectan al desempeño laboral

La pandemia COVID-19 no solo están dejando importantes aprendizajes sobre prevención en la gestión de enfermedades infecciosas, en la gestión sanitaria o en la gestión empresarial además de modificar de forma sensible las relaciones sociales. De hecho, una de las cuestiones de las que se comienza a hablar a nivel sanitario y laboral es de los efectos laborales de las secuelas físicas del coronavirus.

Aún no se conocen las consecuencias en los casos más leves pero a medio y largo plazo, aunque aún falta estudio e investigación médica al respecto, se ha descrito ya que más de la mitad de los pacientes que han necesitado ingreso hospitalario por el virus SARSCoV-2 continúa presentado síntomas a los dos meses del inicio de la enfermedad.

Una de las escasas certezas, o al menos así se cree a nivel científico en la actualidad, es que la infección se desencadena por la unión de la proteína del virus a ECA2. Esta se expresa altamente en el corazón, riñón y pulmones. En los caso más graves llega a provocar un daño multiorgánico –entre otros, en pulmones, páncreas, cerebro o vasos sanguíneos- y, con él, la muerte.

Secuelas físicas del coronavirus

Pulmones, corazón, hígado, riñones y páncreas son los órganos más afectados en los casos que han requerido hospitalización para superar la enfermedad por coronavirus.

  • Los pulmones son, en la mayor parte de los casos, el área más afectada por la enfermedad, según relata la información médica: reducción de la función pulmonar entre un 20% y un 30% -según han relatado en el Centro de Enfermedades Infecciosas del Hospital Princesa Margarita de Hong Kong-, falta de aliento persistente, dificultad para respirar, neumonía recurrente… y, sospecha de derivación a fibrosis pulmonar. Una patología sin cura que dificulta de manera muy acusada la más mínima actividad cotidiana empezando por la limitación de la respiración a un grado muy superficial. Esto provoca un rendimiento físico muy limitado. Si, en efecto, un caso de COVID-19 deriva en fibrosis pulmonar, cuya progresión únicamente puede retrasarse si se detecta de forma precoz, implica una incapacidad laboral de carácter permanente total –IPT- en personas que desempeñan trabajos físicos. Los casos más graves podrían llevar a un diagnóstico de incapacidad laboral permanente para todo tipo de trabajo o gran invalidez. En esta situación la persona no puede realizar por sí misma ni las actividades básicas de la vida diaria como consecuencia de la enfermedad.
  • El sistema cardiovascular también muestra daño por coronavirus: el 20% de los pacientes recuperados de COVID-19 presenta daños permanentes el músculo cardíaco. Esta situación es revelada por los análisis que muestran un nivel alto de troponina – proteína globular que es un biomarcador de daño en el miocardio- en sangre.
  • Además, el 6% de los afectados presentan daño renal grave.
  • En el hígado se ha comprobado que puede haber insuficiencia hepática. Esto ocurre porque aumentan las enzimas hepáticas, bien como consecuencia de la infección viral o a causa de la fuerte medicación aplicada en el tratamiento.

 

Consecuencias psicológicas y psiquiátricas

Además, se apunta que puede haber daño neurológico y trastornos psicológicos o psiquiátricos como: ansiedad, duelos no resueltos, ataques de pánico, pérdida de concentración, pérdida de la memoria reciente, fobias e, incluso, trastorno por estrés postraumático.

Fuente: Fuente Prevención Integral & ORP

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